miércoles, 14 de diciembre de 2016

Empieza la cuenta atrás

No hay nada que motive más que un "no podrás". Y no hay nada que me guste más que callar bocas. Bueno, sí, el chocolate, pero lo incluiremos en el premio. Poder mirar con ese aire de superioridad por unos minutos a aquellos que no me consideraron suficiente, que no creían en mí y que pensaron que no iba a conseguirlo. Me sobran ganas cuando me retan y os aseguro que fallar no está en mis planes.

Ayer escuché uno de esos "no podrás", "no llegarás", "no estás preparada", "sólo tienes 22 años". Mi queridísimo padre despertó a la bestia. Y sé que no es por falta de confianza, porque él ha estado en los combates más duros sufriendo desde una grada, dejándose la voz. Viéndome reír, llorar y sangrar en un tatami. Simplemente, él estaba siendo objetivo bajo su faceta de corredor, y no runner, que él es de la vieja escuela.
- ¿Cómo vas a correr tanto sin meses de entreno?
- Cierto. Pero, papa, créeme que puedo.
 Y desde aquí os a aseguro que puedo. Sí, sí y sí. No voy a caer en el error de pensar que "está todo en la mente", porque en distancias largas tu cuerpo tiene mucho que decir. Entrenar, entrenar y entrenar. Sin escusas. No voy a permitir un "te lo dije" ni darle la razón a nadie. Doy vía libre al "estás loca", que me saque mi típica sonrisa pícara y un "lo sé" (insertar emoji del diablillo). Que me dé fuerzas para coger las bambas, las mallas y a por todas.

Sé muy bien que no va a ser fácil. Soy consciente que solamente tengo 6 semanas para prepararme uno de mis mayores retos: los 30km de Tarragona. Todo aquel que corre, o que simplemente hace un deporte, entenderá estas ganas y alegría que salen por cada poro de la piel cuando te marcas un objetivo. Cuando te dicen "no podrás".

A los que me dicen que no soy capaz, yo les digo: ¡mira cómo lo hago!



Empieza la cuenta atrás.



miércoles, 7 de diciembre de 2016

Gracias a ti por hacerme a mí

Lo más gratificante de verte
es saber que no tengo la necesidad de hacerlo,
ni las ganas, ni el deseo,
ni el sentimiento.

Dejaste de ser mi droga diaria, 
pasando a ser la semanal,
la mensual
a nada.

Podría pasarme la vida sin saber de ti, 
sin acordarme de cómo me abrazabas,
sin girarme cada vez que huelo tu perfume,
sin tararear ninguna de nuestras canciones.

Sí, hiciste mella en mí. 
Dejaste un hueco difícil de llenar, 
que ni con litros de alcohol conseguía sanar.
Dolorido y resentido por tu boca venenosa.

Quien soy hoy, te lo debo a ti.
Más orgullosa que nunca, a la vez, más fuerte e independiente.
De no tolerar ni una palabra más ni una mano más larga que mi falda.
Y es bastante corta.

Gracias, de corazón.
Contigo aprendí a querer, pero sin ti, 
aprendí a quererme a mi misma. 
Y volvería a elegirme a mí mil veces más.